Entre miles de cachureos encontré esta foto que saqué cuando estudiaba Arte en la Chile. Fue un trabajo para la clase de fotografía que tomé con Fernando Orrego (el otro día vi su foto en Aguafuerte, hizo pacto con el Diablo o es Dorian Grey, porque sigue igual...) con el ya mítico tarro de leche nido pintado de negro opaco en su interior al que se le hacía un milimétrico agujerito con ayuda de una aguja. Mientras más pequeño era este, más nitida era la imagen captada.
Recuerdo tardes enteras calculando el tiempo de exposición y haciendo pruebas con otros formatos de tarros (las fotos que saqué con uno de nescafé chico tienen un efecto de ojo de pez muy bello... algún día las encontraré).
En esta en particular me ayudó mi pequeña modelo Michelle, que se mantuvo quietita por mucho rato (todo un logro con un infante en estos días)
Creo que volveré a sacar fotos con tarro....
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